México es lo que decimos que es y lo que no queremos decirnos que es. La literatura nos habla de ambas versiones del país, y a veces, como en esta novela, nos susurra lo que podría ser.
Hay rasgos del país que conocemos, en La Milagrosa: un sindicato, por ejemplo. Pero no es un sindicato cualquiera: extrañamente defiende a sus agremiados.
Hay un detective. Como buen detective, es y no es como los otros detectives. Hay un popularísimo candidato presidencial. Que no es como los candidatos presidenciales a los que estamos acostumbrados. Este candidato es tan conservador, tan ultramontano, tan fanático, tan calculador que…
Y en medio de estos personajes, y de multitudes que creen en su palabra y sus hechos –otra cosa impensable en México-, está una mujer que hace milagros, en un país que de repente cree que el milagro es lo único que le queda como esperanza…